lunes, 26 de mayo de 2008

RONG HUA. C/ San Bernardo, 10.


Típico restaurante chinorri de los de toda la vida. De ésos a los que íbamos de chaval, sin un duro, y nos poníamos moraos, y le vacilábamos a los camareros. Como Torrente, vamos.


No, el interiorismo no es de Rem Koolhass. Ese es Jesús, ofreciéndole de comer a los flamencos de plástico del bello conjunto escultórico de la entrada. Como la Fontana di Trevi, pero del otro lado del Mekong.


Nuestro instinto investigador no se detiene nunca. Sin ir más lejos, nada más sentarnos descubrimos que en ese local antes se podía fumar.


Rollito, ensalada china...menú para dos por 10 eurillos, aprox. Y miren el color de la salsa agridulce. Es como un isótopo radioactivo. Se fue la luz y su incandescencia nos permitió seguir comiendo con total normalidad. 
De nuevo, primeras marcas en gaseosa.


Dos bellas imágenes en una. 
El Morilla, zampándose unos Tallarines Tres Delicias con una felicidad inusitada, y el cuadro de fondo, una especie de cascada mecánica con efectos próximos al LSD.

COMENTARIOS GENERALES.

- No se les puede vacilar. Los chinos que atienden se defienden muy bien en español. Le quitan la ilusión a uno.

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